Vender es uno de los trabajos más creativos. Es tan creativo que una venta nunca es igual a otra, por la sencilla razón de que nunca un cliente es parecido a otro. Eso significa que si hacemos bien nuestro trabajo, cada día nos enfrentamos al apasionante reto de lo desconocido, en mayor o menor medida. Quien diga que en su trabajo de ventas no hay lugar para la creatividad es que no vende, sino que “despacha”. Hacer el contacto con el cliente es uno de los pasos que debemos trabajar con mucha delicadeza, el contacto con el cliente y la impresión que este se lleve de uno representará la forma como vea y acepte el producto. Cuando se dice que un vendedor puede vender cualquier cosa, en realidad significa que sería capaz de adaptarse a diferentes productos y a diferentes situaciones, para llegar a ser en todas ellas un profesional competente dentro de su actividad. Esta adaptación debe permitirle al vendedor ser capaz de vender bien. Dentro de las cualidades de un buen vendedor, se destaca la personalidad, que es lo que lo diferencia de los demás. Para un vendedor esa es su principal herramienta. Se suele decir que, para comenzar, es necesario vender su propia imagen. Así pues, es primordial para el vendedor desarrollar su personalidad, es decir, lo que proyecta, su influencia. Otra cualidad es el entusiasmo, el cual es sin duda alguna el factor más importante para triunfar en el mundo de las ventas. El entusiasmo es una especie de pasión comunicativa, induce a los demás a actuar de forma similar. Por último, la preparación es fundamental en el mundo de las ventas, ya que esta representa el 80% del éxito en la venta final. La venta no se puede improvisar, las reuniones, los contactos y la organización tampoco.